Las potencias tecnológicas asiáticas están lanzando sistemas avanzados de aprendizaje automático a precios que hacen que las ofertas de Silicon Valley parezcan caras. La ventaja de costos es real: algunos modelos funcionan con un 20-30% de lo que cobran los competidores occidentales por capacidades similares.

Lo interesante no es solo la estrategia de precios. Es el posible efecto dominó en la adopción global de tecnología. Cuando la inteligencia artificial de vanguardia se vuelve accesible a mercados que no podían permitirse soluciones premium occidentales, estamos ante un cambio fundamental en quién tiene la oportunidad de moldear la próxima ola de innovación.

Las implicaciones van más allá de la pura economía. Barreras de entrada más bajas significan más desarrolladores, más aplicaciones, más integración en mercados emergentes. Así es como se construyen ecosistemas, no solo productos.