Un año después de esa histórica victoria electoral, el 47º Presidente se presentó ante la élite de Florida, celebrando lo que él denominó un triunfo económico sin precedentes. El salón zumbaba con un optimismo de champán.
Sin embargo, si conduces mil millas al norte hacia los pueblos del cinturón oxidado que ayudaron a asegurar su victoria, encontrarás una historia diferente desarrollándose. Las calles principales aún tienen escaparates tapiados. Las familias aún equilibran múltiples trabajos para cubrir lo básico. El eslogan "la mejor economía de todos los tiempos" suena vacío aquí.
Es un cuento de dos Américas: una celebrando récords de mercado en lujos costeros, otra preguntándose cuándo la prometida prosperidad llegará a las mesas de cocina. La desconexión no es nueva, pero se está ampliando. Las estadísticas muestran crecimiento del PIB, claro. ¿Pero qué pasa con las facturas de supermercado? ¿Qué pasa con los costos de atención médica que devoran los cheques de pago?
Los indicadores económicos cuentan parte de la historia. Las personas reales cuentan el resto. Y ahora mismo, esas narrativas no están exactamente sincronizadas. Te hace preguntarte de quién es la economía que realmente estamos midiendo.
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Lonely_Validator
· 11-13 17:26
Bien dicho, los datos son bonitos, pero la gente común todavía tiene que preocuparse por cómo comer.
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BoredApeResistance
· 11-13 17:18
¿Los datos de crecimiento en la copa de champán y el historial de transacciones en la cesta de la compra, eso se llama prosperidad económica?
Un año después de esa histórica victoria electoral, el 47º Presidente se presentó ante la élite de Florida, celebrando lo que él denominó un triunfo económico sin precedentes. El salón zumbaba con un optimismo de champán.
Sin embargo, si conduces mil millas al norte hacia los pueblos del cinturón oxidado que ayudaron a asegurar su victoria, encontrarás una historia diferente desarrollándose. Las calles principales aún tienen escaparates tapiados. Las familias aún equilibran múltiples trabajos para cubrir lo básico. El eslogan "la mejor economía de todos los tiempos" suena vacío aquí.
Es un cuento de dos Américas: una celebrando récords de mercado en lujos costeros, otra preguntándose cuándo la prometida prosperidad llegará a las mesas de cocina. La desconexión no es nueva, pero se está ampliando. Las estadísticas muestran crecimiento del PIB, claro. ¿Pero qué pasa con las facturas de supermercado? ¿Qué pasa con los costos de atención médica que devoran los cheques de pago?
Los indicadores económicos cuentan parte de la historia. Las personas reales cuentan el resto. Y ahora mismo, esas narrativas no están exactamente sincronizadas. Te hace preguntarte de quién es la economía que realmente estamos midiendo.