Cuando las mentes más brillantes de Silicon Valley aún debatían sobre la trayectoria de la IA, una amistad se fracturó debido a una pregunta crítica: ¿Qué tan peligrosa podría volverse la inteligencia artificial?

La ruptura entre dos titanes tecnológicos dio lugar a uno de los laboratorios de IA más influyentes de hoy en día. ¿El catalizador? Un desacuerdo fundamental sobre los protocolos de seguridad. Un visionario sentía que su antiguo amigo cercano—un pionero de los motores de búsqueda—no estaba tomando los riesgos potenciales lo suficientemente en serio.

Esa preocupación no solo terminó con su amistad. Provocó la creación de una organización dedicada a garantizar que el desarrollo de la IA se mantenga alineado con los mejores intereses de la humanidad. A veces, los proyectos más innovadores surgen no del acuerdo, sino del coraje de desafiar el pensamiento convencional cuando las apuestas son tan altas.