Un perro en un estado de miedo extremo a menudo mostrará una mayor agresividad. De hecho, los humanos son iguales; cuando una persona, o la organización detrás de ella, comienza a olfatear el peligro y siente que la situación se descontrola, su reacción más instintiva no suele ser replegarse, sino armándose con declaraciones más intensas y extremas. Esa actitud aparentemente firme a menudo no es una manifestación de poder, sino una defensa instintiva impulsada por el miedo. Cuanto más descontrolado, más se necesita ocultar la inquietud interna con una postura exagerada. Esto revela, en cambio, una vulnerabilidad: miedo a ser atacado, miedo a perder el control, miedo a ser atravesado por la realidad.
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Un perro en un estado de miedo extremo a menudo mostrará una mayor agresividad. De hecho, los humanos son iguales; cuando una persona, o la organización detrás de ella, comienza a olfatear el peligro y siente que la situación se descontrola, su reacción más instintiva no suele ser replegarse, sino armándose con declaraciones más intensas y extremas. Esa actitud aparentemente firme a menudo no es una manifestación de poder, sino una defensa instintiva impulsada por el miedo. Cuanto más descontrolado, más se necesita ocultar la inquietud interna con una postura exagerada. Esto revela, en cambio, una vulnerabilidad: miedo a ser atacado, miedo a perder el control, miedo a ser atravesado por la realidad.