Cuando Robinhood apenas comenzaba, Vlad Tenev hizo una apuesta que a la mayoría le parecía una locura. Mientras todos a su alrededor veían los smartphones como dispositivos para juegos—básicamente máquinas de Candy Crush—él imaginó algo radicalmente distinto: bolsillos llenos de poder financiero.
"La mayoría de la gente estaba enganchada a los juegos", recordó Tenev. "¿Imaginar esas mismas pantallas gestionando movimientos de dinero serios? Eso requería verdadera convicción."
Esa visión contraria dio sus frutos. Resultó que los dispositivos que la gente usaba para pasar el rato también podían democratizar las finanzas. A veces, las mejores oportunidades están a la vista de todos, ignoradas por la multitud hasta que alguien se atreve a verlas de otra manera.
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BuyTheTop
· hace3h
Joder, si simplemente acertó con la dirección, y lo cuenta como si fuera la hostia.
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MevTears
· hace3h
De verdad, ¿quién lo habría imaginado en aquel momento? La consola de juegos se convierte en monedero, una locura pero muy razonable.
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LiquidityOracle
· hace4h
No voy a mentir, esta historia suena un poco romantizada... pero sí, la visión es muy importante.
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ForkMaster
· hace4h
Vaya, otra vez esta trampa... Se oye bonito, pero ¿no fue gracias a los inversores minoristas que se enriquecieron? ¿Y ahora vienen a hablar de "finanzas democratizadas"? Mis tres hijos se rieron al ver las tarifas de Robinhood.
Cuando Robinhood apenas comenzaba, Vlad Tenev hizo una apuesta que a la mayoría le parecía una locura. Mientras todos a su alrededor veían los smartphones como dispositivos para juegos—básicamente máquinas de Candy Crush—él imaginó algo radicalmente distinto: bolsillos llenos de poder financiero.
"La mayoría de la gente estaba enganchada a los juegos", recordó Tenev. "¿Imaginar esas mismas pantallas gestionando movimientos de dinero serios? Eso requería verdadera convicción."
Esa visión contraria dio sus frutos. Resultó que los dispositivos que la gente usaba para pasar el rato también podían democratizar las finanzas. A veces, las mejores oportunidades están a la vista de todos, ignoradas por la multitud hasta que alguien se atreve a verlas de otra manera.