Anoche, el sector de las criptomonedas de privacidad sufrió un auténtico baño de sangre. ZEC experimentó una caída en picado en cuestión de horas, lo que provocó la liquidación forzosa de una posición apalancada valorada en 9700 millones de dólares. Esta fuerte caída no es un hecho aislado: ha puesto de manifiesto tres riesgos acumulados durante mucho tiempo en el sector de las criptomonedas de privacidad.

A nivel regulatorio, la SEC ya ha confirmado que celebrará una reunión el 15 de diciembre para debatir específicamente el marco de cumplimiento para las criptomonedas de privacidad. Este momento es sumamente sensible. ZEC, como proyecto representativo de las criptomonedas de privacidad, ha subido más de un 1000% este año, y en niveles tan elevados ya carecía de suficiente soporte comprador. Las noticias regulatorias, sumadas a una corrección técnica, han hecho que la presión vendedora se descontrole en un instante.

Desde la perspectiva de los flujos de capital, el mercado de derivados ya mostraba movimientos anómalos. En las dos últimas semanas, el interés abierto en futuros de ZEC ha disminuido de forma continua y la liquidez en el mercado spot se ha reducido notablemente; estas señales ya advertían de una inminente crisis de liquidez. La liquidación de grandes ballenas solo ha sido la gota que ha colmado el vaso.

El problema más profundo es la controversia sobre la ruta tecnológica de las criptomonedas de privacidad. Soluciones como las pruebas de conocimiento cero y las firmas en anillo siempre han tenido dificultades para equilibrar eficiencia y seguridad. Además, los principales exchanges han ido eliminando progresivamente las criptomonedas de privacidad, lo que está reduciendo el espacio de supervivencia de todo el sector.

¿Se trasladará esta caída a las criptomonedas principales? ETH y BTC podrían verse afectados a corto plazo por el sentimiento del mercado, pero sus fundamentales siguen siendo sólidos. La clave será si las políticas regulatorias amplían el alcance de las medidas punitivas. En la situación actual, cualquier operación altamente apalancada es bailar sobre una navaja: la gestión del riesgo siempre debe ser la máxima prioridad.