A veces miro hacia atrás y no puedo creer que esto sea real.

Empecé con solo cincuenta dólares. Fracasé más veces de las que puedo contar. Cuestioné todo.

Pero aquí está la cuestión: esos fracasos me enseñaron lo que el éxito nunca podría. Cada pérdida agudizó mi estrategia. Cada error se convirtió en una lección que no podía olvidar.

¿Ahora? Mis padres ya no tienen que trabajar. He podido ayudar a las personas que me importan de maneras que nunca imaginé que fueran posibles.

Este viaje entero no se suponía que sucediera para alguien como yo. Sin un trasfondo especial. Sin conexiones internas. Solo persistencia y la creencia de que las cosas podrían ser diferentes.

Si estás trabajando duro ahora mismo con una pequeña cantidad, recuerda esto: donde empiezas no determina dónde terminas. Sigue adelante.