¿Recuerdas esa locura de 2021? Bitcoin subió hasta 69,000 y se colocó directamente entre los ocho principales activos globales, emparejándose con la plata en pie de igualdad.

Cuatro años no son mucho ni tampoco poco. Ahora Bitcoin ya ha alcanzado los 87,000, manteniéndose en la octava posición—¿y la plata? Ya ha escalado hasta la tercera.

Al recordar las evaluaciones que se hicieron en su momento sobre la plata, parecía una especie de burla colectiva. Cuando cayó por debajo del coste de producción, las justificaciones llovían: "Solo es un mineral asociado, de bajo coste de extracción y con una producción muy alta", "No tiene atributos financieros, nadie realmente la necesita", e incluso directamente "es solo residuo industrial". El mercado es así de implacable.

¿Y qué pasó después? Pasaron unos años y la plata se convirtió en un bien codiciado. Se convirtió en la clave para la industria fotovoltaica, en el corazón de las tecnologías de energías renovables. La narrativa se elevó a un nivel estratégico—"el activo clave en el comercio global", "recurso escaso e no renovable". De residuo industrial a reserva estratégica, esa reversión fue tan rápida que dejó atónitos a todos.

Lo más doloroso es que, quienes criticaron más duramente en su momento, ahora son los que más comprenden. "Siempre supe que tenías potencial", "Te dije que tenías futuro", ¿por qué esas palabras suenan tan familiares? El mercado nunca juega a tu favor, solo te toma por sorpresa en el momento de la vuelta.