Últimamente he estado reflexionando sobre una cuestión.

Es como si el rendimiento de la computadora de repente aumentara exponencialmente, pero la pantalla parpadea en negro durante un segundo—esa sensación extraña de que el rendimiento y la experiencia no van de la mano.

Un amigo dijo recientemente una frase que me conmovió bastante: "Una persona más la IA, es suficiente para sostener una empresa." Esa frase no está equivocada, pero también genera cierta inseguridad.

En los últimos dos años, las historias de "empresa unipersonal" y "superindividuo" han sido realmente muy atractivas. La IA es como un tipo de complemento externo, capaz de amplificar infinitamente las capacidades de una persona—programar, hacer crecimiento, ofrecer servicios—estas tareas que originalmente requerían trabajo en equipo, ahora una sola persona puede gestionar con la ayuda de la IA.

Pero el problema es que, cuando la velocidad de mejora de las capacidades y herramientas supera la capacidad de adaptación de las personas, aparece esa sensación de pérdida de control. No hay problema en potenciar con herramientas, lo crucial es que todavía no hemos pensado claramente hacia dónde nos llevará este cambio final.