Tras haber estado en el sector Web3 durante mucho tiempo, últimamente siento una especie de fatiga estética. Los proyectos presentan conceptos cada vez más grandiosos, las soluciones técnicas parecen más innovadoras, pero cuando realmente llegamos a la fase de aplicación, surge un problema real: en realidad, no hay muchos usuarios dispuestos a abrir y usar continuamente.

Esto también ha cambiado mi forma de juzgar los proyectos. Ahora, al filtrar proyectos, me hago la pregunta más simple: ¿realmente hay alguien que esté pagando por ello?

No se trata de cuán impresionante sea la ronda de financiación, ni de lo profundo que esté escrito el whitepaper técnico, sino de la situación real de pago de los usuarios. Esa es la verdadera prueba de si un proyecto tiene o no vitalidad. Solo cuando hay usuarios reales dispuestos a pagar por el servicio, ese proyecto merece atención.