La ola de deflación ha provocado una tormenta en el mundo de las criptomonedas en estos últimos dos años, pero los diferentes proyectos han mostrado enfoques completamente opuestos. ASTER y UNI, dos proyectos líderes, interpretan de manera totalmente distinta qué significa «valor de token».

ASTER sigue una estrategia de largo plazo. Este proyecto no solo realiza recompras, sino que también utiliza los ingresos reales del protocolo para destruir tokens de manera masiva. Lo más interesante es que han unido fuerzas con el gigante financiero japonés SBI para desarrollar stablecoins reguladas, con una ambición clara de construir un sistema financiero con aplicaciones ecológicas cada vez más diversas y tokens cada vez más escasos. Desde cero, crean lo que llaman un «Horno de Valor», una estrategia que requiere tiempo para acumularse, pero cuyo potencial es realmente grande.

Por otro lado, UNI es diferente. Como uno de los DEXs más grandes del mundo, con un volumen de transacciones que supera los 15 mil millones de dólares estadounidenses, ya posee un flujo y un valor de protocolo de nivel gigante. La nueva estrategia de UNI es muy sencilla: usar los enormes ingresos generados por las transacciones para destruir tokens de gobernanza, inyectando de manera violenta el valor del protocolo en la lógica del precio de UNI. Esto significa que UNI ha dejado atrás la etiqueta de «voto en aire» y se ha orientado hacia una distribución de valor concreta y tangible.

¿Y qué camino escoger? Por un lado, está la construcción de un ecosistema desde cero, que requiere paciencia y es una historia a largo plazo; por otro, está aprovechar una base madura para explotar el valor de inmediato, una narrativa a corto plazo. Los inversores en diferentes etapas seguramente tienen distintas interpretaciones. ¿Qué opinas tú? ¿Prefieres a los constructores de ecosistemas o a las máquinas de cosechar valor?