A las dos de la madrugada, la lámpara del techo siempre reproduce automáticamente el antiguo cuaderno de errores.
También suelo en ese momento, mirar fijamente la luz que se filtra por la rendija de la cortina. Mi mente está llena de esas opciones B que no elegí: si no hubiera renunciado aquel año, si me hubiera contenido y no hubiera discutido ese día, si hubiera elegido otra ciudad...
Siempre estamos acostumbrados a adoptar la perspectiva de un dios en el presente, a criticar duramente a aquel yo que en la niebla avanzaba a tientas. Pero la realidad es que, en aquel entonces, tú solo tenías esa experiencia, esa información, esa opción, que ya era la mejor y más probable decisión que podías tomar en ese momento.
No existe una vida que debería haber sido mejor.
Abre la palma de la mano y mira, así de grande es nuestra mano. Si aprietas con fuerza, no podrás retener la carrera; si te aferras a la estabilidad, la pasión se escapará entre tus dedos. Querer todo, generalmente significa no poder retener nada al final.
Aceptar que no eres excelente, en realidad, es una forma avanzada de detener las pérdidas. No te enredes con personas tóxicas, porque tu tiempo es valioso; no te atormentes por el pasado, porque tu sueño también lo es. Esas personas que van y vienen, esas relaciones que se alejan, son simplemente pasajeros que bajan en la estación cuando el tren llega.
La vida que uno busca por sí mismo, desde otra perspectiva, es una vida que uno decide. Aunque suene un poco triste, en ella se esconde la mayor libertad de un adulto.
Antes pensaba que crecer era aprender cómo ganar. Ahora entiendo que la madurez es mirar un juego de ajedrez que tú mismo has destrozado y poder decirte con calma: no importa, no me arrepiento de la jugada, seguimos jugando.
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A las dos de la madrugada, la lámpara del techo siempre reproduce automáticamente el antiguo cuaderno de errores.
También suelo en ese momento, mirar fijamente la luz que se filtra por la rendija de la cortina. Mi mente está llena de esas opciones B que no elegí: si no hubiera renunciado aquel año, si me hubiera contenido y no hubiera discutido ese día, si hubiera elegido otra ciudad...
Siempre estamos acostumbrados a adoptar la perspectiva de un dios en el presente, a criticar duramente a aquel yo que en la niebla avanzaba a tientas. Pero la realidad es que, en aquel entonces, tú solo tenías esa experiencia, esa información, esa opción, que ya era la mejor y más probable decisión que podías tomar en ese momento.
No existe una vida que debería haber sido mejor.
Abre la palma de la mano y mira, así de grande es nuestra mano. Si aprietas con fuerza, no podrás retener la carrera; si te aferras a la estabilidad, la pasión se escapará entre tus dedos. Querer todo, generalmente significa no poder retener nada al final.
Aceptar que no eres excelente, en realidad, es una forma avanzada de detener las pérdidas. No te enredes con personas tóxicas, porque tu tiempo es valioso; no te atormentes por el pasado, porque tu sueño también lo es. Esas personas que van y vienen, esas relaciones que se alejan, son simplemente pasajeros que bajan en la estación cuando el tren llega.
La vida que uno busca por sí mismo, desde otra perspectiva, es una vida que uno decide. Aunque suene un poco triste, en ella se esconde la mayor libertad de un adulto.
Antes pensaba que crecer era aprender cómo ganar.
Ahora entiendo que la madurez es mirar un juego de ajedrez que tú mismo has destrozado y poder decirte con calma: no importa, no me arrepiento de la jugada, seguimos jugando.